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Huracán categoría cinco
La política monetaria o política financiera es una rama de la política económica que usa la cantidad de dinero como variable para controlar y mantener la estabilidad económica. La política monetaria comprende las decisiones de las autoridades monetarias referidas al mercado de dinero o el tipo de interés. Cuando se aplica para aumentar la cantidad de dinero, se le denomina política monetaria expansiva, y cuando se aplica para reducirla, política monetaria restrictiva. Este es el objetivo fundamental con la que los bancos centrales mundiales se deberían manejar al igual que los gobernantes del mundo.
Las tasas de interés extraordinariamente bajas, las masivas inyecciones de liquidez y las compras de activos deteriorados, representan de nuevo una amenaza para la economía global, según el Banco de Pagos Internacionales. Todo ello podría perpetuar la debilidad de los balances y llevar a asignar de forma ineficiente el crédito. Por ello, se está generando un caldo de cultivo para empeorar la crisis.
En los cinco años que lleva la crisis las autoridades monetarias se han sobrecargado, interviniendo en el mercado ante la incapacidad de los gobiernos para abordar los obstáculos estructurales que dificultan el crecimiento.
Esa situación se refleja en que el sector financiero se dirige hacia el mismo perfil de alto riesgo que tenía antes de la crisis en las finanzas mundiales, que comenzó en el 2008.
Para darse una idea del tamaño de las intervenciones que han realizado los bancos centrales anualmente para corregir las condiciones del mercado, el BPI calcula que solo el año pasado el costo de las operaciones de política monetaria sumó 18 billones de dólares. La creciente brecha entre lo que se espera de los bancos centrales y lo que realmente pueden ofrecer, podría socavar a corto plazo su credibilidad y autonomía operativa, muy cuestionada en los actuales momentos. Esta sobrecarga de la política monetaria es hoy uno de los principales problemas de la recuperación mundial.
Las interrogantes sobre los grandes bancos con presencia mundial, la agencia de evaluación de riesgo crediticio Moody's Investors Service redujo recientemente la calificación de 15 grandes bancos, en tanto el banco de inversiones J.P. Morgan ratificó la pérdida en 2.000 millones de dólares, y se está esperando el informe de las autoridades para que den los resultados de la investigación.
En otro capítulo, dedicado al panorama fiscal desolador, los expertos del BPI afirman que al haber rescatado a bancos insolventes y tras no haber obligado a las instituciones a sanear sus balances, se han vuelto dependientes de los apoyos gubernamentales.
En consecuencia, la deuda pública de las economías avanzadas sigue aumentando desde 75% del PIB a 100%, donde se ubican actualmente. Y sus desequilibrios públicos se han disparado de una media de 1.5% del PIB hasta 6.5%.
Algunos países ya han agotado sus opciones y no tendrán más remedio que tomar medidas inmediatas para restablecer el equilibrio presupuestario y dejar de un lado la arrogancia de los gobernantes de turno. La crisis que hostiga a la zona del euro puede verse como un presagio, de una confluencia virulenta de problemas que podrían extenderse a otros lugares, si las políticas no rompen los círculos viciosos de la excesivamente laxa política monetaria, el alto endeudamiento de los gobiernos y la debilidad crónica de la banca privada.
Al final del día continuamos viendo con mucha preocupación la incertidumbre de la economía mundial, que más temprano que tarde se está acercando a nuestras costas en forma de huracán de categoría cinco.
ENLACE: EL UNIVERSAL
Las tasas de interés extraordinariamente bajas, las masivas inyecciones de liquidez y las compras de activos deteriorados, representan de nuevo una amenaza para la economía global, según el Banco de Pagos Internacionales. Todo ello podría perpetuar la debilidad de los balances y llevar a asignar de forma ineficiente el crédito. Por ello, se está generando un caldo de cultivo para empeorar la crisis.
En los cinco años que lleva la crisis las autoridades monetarias se han sobrecargado, interviniendo en el mercado ante la incapacidad de los gobiernos para abordar los obstáculos estructurales que dificultan el crecimiento.
Esa situación se refleja en que el sector financiero se dirige hacia el mismo perfil de alto riesgo que tenía antes de la crisis en las finanzas mundiales, que comenzó en el 2008.
Para darse una idea del tamaño de las intervenciones que han realizado los bancos centrales anualmente para corregir las condiciones del mercado, el BPI calcula que solo el año pasado el costo de las operaciones de política monetaria sumó 18 billones de dólares. La creciente brecha entre lo que se espera de los bancos centrales y lo que realmente pueden ofrecer, podría socavar a corto plazo su credibilidad y autonomía operativa, muy cuestionada en los actuales momentos. Esta sobrecarga de la política monetaria es hoy uno de los principales problemas de la recuperación mundial.
Las interrogantes sobre los grandes bancos con presencia mundial, la agencia de evaluación de riesgo crediticio Moody's Investors Service redujo recientemente la calificación de 15 grandes bancos, en tanto el banco de inversiones J.P. Morgan ratificó la pérdida en 2.000 millones de dólares, y se está esperando el informe de las autoridades para que den los resultados de la investigación.
En otro capítulo, dedicado al panorama fiscal desolador, los expertos del BPI afirman que al haber rescatado a bancos insolventes y tras no haber obligado a las instituciones a sanear sus balances, se han vuelto dependientes de los apoyos gubernamentales.
En consecuencia, la deuda pública de las economías avanzadas sigue aumentando desde 75% del PIB a 100%, donde se ubican actualmente. Y sus desequilibrios públicos se han disparado de una media de 1.5% del PIB hasta 6.5%.
Algunos países ya han agotado sus opciones y no tendrán más remedio que tomar medidas inmediatas para restablecer el equilibrio presupuestario y dejar de un lado la arrogancia de los gobernantes de turno. La crisis que hostiga a la zona del euro puede verse como un presagio, de una confluencia virulenta de problemas que podrían extenderse a otros lugares, si las políticas no rompen los círculos viciosos de la excesivamente laxa política monetaria, el alto endeudamiento de los gobiernos y la debilidad crónica de la banca privada.
Al final del día continuamos viendo con mucha preocupación la incertidumbre de la economía mundial, que más temprano que tarde se está acercando a nuestras costas en forma de huracán de categoría cinco.
ENLACE: EL UNIVERSAL